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Foto del escritorIkigai

Dime como escuchas y te diré quien eres

¿Cuándo fue la última vez que tu pareja te dijo “es que no me escuchas”? ¿Cuántos malos entendidos has tenido en el trabajo por no escuchar con atención? ¿Cuántas veces has estado hablando con un amigo y has sentido que no te escuchaba? “creí que me habías dicho...”, “entendí otra cosa…” ”no me di cuenta que habías querido decir eso..?.



La ESCUCHA es una de las claves de la comunicación y es una manera de evaluar la calidad de las relaciones. Dependiendo de lo que te interese una persona, y lo que te está diciendo, la escucharás de una u otra manera.



En su libro "El arte de saber escuchar", el filósofo Francesc Torrealba explica: «Escuchar es olvidarse de las propias preocupaciones para dar protagonismo al otro. Es un acto de generosidad y humildad que requiere trascender el ego. Estamos tan apegados a nuestro ego, que el otro se convierte en un ser extraño, un ente que habita en un universo paralelo».


El saber escuchar nos pone en una posición dominante frente al diálogo porque con preguntas “interpelamos a la otra parte” haciéndola creer que es la que está al mando cuando en realidad es el que escucha el que lleva la batuta de la conversación. La escucha activa exige concentración, empatía y un alto grado de compromiso con la persona que está hablando. Y práctica, mucha práctica.


Además, la ESCUCHA es una habilidad esencial de los líderes innovadores. El escuchar te permite conocer otros puntos de vista, otras formas de resolver un problema, otros “mapas”.


Escuchar requiere, en muchas ocasiones, más esfuerzo del que hacemos al hablar. Y no siempre estamos dispuestos a ello. De hecho, a nivel cerebral estamos programados para hablar. Es más, hay estudios que demuestran que obtenemos mayor placer cuando hablamos que cuando escuchamos. Una de estas investigaciones se llevó a cabo en la Universidad de Harvard y los responsables de la misma encontraron que cuando hablamos de nosotros mismos se activan zonas cerebrales relacionadas con las sensaciones placenteras y los estados motivacionales asociados a estímulos como el sexo y la buena comida.


Por eso como dice la frase de Zenon de Citio “Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para oír mas y hablar menos”.


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